28 nov 2008
la próxima vez, pruebo con un yogur, te juro
agazapada en la penumbra, chupando pacientemente el carozo de una aceituna hace quince minutos y blandiendo el pie izquierdo de su calzado deportivo nro. 38, algo gastado en el talón, acumulaba tensión en silencio.
los ruiditos, pequeños, insignificantes, se dejaban oir como un insistente, indiscreto cuchicheo.
el asco se había transformado en ira, sentimiento irracional de voluntad de que el otro deje de existir, de alguna forma dolorosa...
inconscientemente, levantaba el brazo que aferraba la zapatilla, primero milímetros, hasta alcanzar la altura de su barbilla.
se acercan. degeneradas. mutantes. sinvergüenzas, peludas e inmundas. ya las podía oler. creyó ver una. no, la vio. ahí, olisqueando... BAM
cagste, mierda.
su pequeña cabeza no ofreció resistencia alguna a la suela de caucho espesa y gris. una mancha casi linda, de sangre y materia vagamente orgánica, decoró expresionistamente ese rincón del desván. un relámpago iluminó ese cuadro que jamás iba a olvidar.
volvió a la penumbra. las ratas, seguramente, querrían curiosear qué le pasó a su hermana. y entonces...
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1 comentario:
ay.. cago la pobre..
da pena verla asi pero si, es un
bicho asqueroso...
el relato a lo Edgar Alan Poe la convirtio en una victima del calzado nro 38... ja
buenisimo!
saludos!
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