4 dic 2008

Prefiera.



Siempre voy a esa parada. A veces aunque no vaya a ningún lado. Voy y me quedo parado ahí, viendo los bondis que vienen y pasan. Salgo de casa con alguna excusa: "Voy a comprar fasos" o "Voy a comprar cigarrillos". Y salgo. La vereda me lleva hipnóticamente a la parada. Viene un 29, después otro 29, pero que va a otro lado. A veces la gente que espera hace cola detrás de mi y cuando para el colectivo esperan que yo suba. Cuando se dan cuenta que no voy a subir resoplan o chasquean los labios en señal de fastidio. Algunos me empujan al subir. Pero es que yo espero, no quiero viajar.
A veces sí quiero viajar, pero no soporo esperar. Si el colectivo se demora más de cinco minutos, empiezo a caminar. Invariablemente aparece cuando estoy entre dos paradas. Después empiezo a cortar camino, lo que me deriva a calles internas o avenidas laterales, lejos del recorrido del colectivo. Ahí decido ir en tren, lo que supone una caminata mas larga. A mitad de camino pienso en tomar un taxi que me lleve hasta la estación de trenes. Pero en las avenidas de circulación periférica los taxis no paran. Me voy a una avenida mas tranquila, alejandome del camino más directo a la estación de tren. Cuando me doy cuenta de lo inconducente de mis esfuerzos me apoyo a la sombra de algún árbol, y miro en el sentido en que va el tránsito.

1 comentario:

carlos di nápoli dijo...

capo total.
se extrañaba, señor!