17 jun 2009

Una joven belga fue a hacerse un tatuaje... ¡y acabó con 56!

Kimberley Vlaeminck quería tatuarse tres estrellitas debajo del ojo pero se quedó dormida y cuando se despertó encontró 53 estrellas que decoraban toda su cara.
¡Y EN CIMA SE QUEJA! son 53 estrellas gratis. Qué mal agradecida. Lo que siempre digo: gente de mierda los belgas...

Políticos: campaña sucia.



Viernes 11 de la mañana.
Todos se acomodan en torno a la larga mesa, mientras reúnen papeles, carpetas y anotadores, dispuestos a tomar nota. En la cabecera de la mesa, El Candidato esperó el silencio de su comitiva. Dejó que se prolongue unos segundos más. Carraspeó casi imperceptiblemente y arrancó:

-Necesitamos algo, una idea que sea el eje de nuestra campaña, de cara a las próximas elecciones. Alguna idea?

al otro lado de la sala de reuniones, y más rápido que un látigo, el tipo levantó la mano. Un suspiro incómodo y general se dejó escuchar. hubo quien esperó que sólo sea para pedir permiso para ir al baño. Como El Candidato no detectó a otro asesor pidiendo la palabra, no le quedó otra que darle la palabra a él.

-A ver. Pero por favor, no insistamos con eso de formar un comité para buscar al "Daño de Isildür" para gobernar sobre todos los reinos de la tierra porque no hay ánimos para la joda...

-Qué? si era una idea buenísima!

Murmullo despectivo general...

-Bueno, en realidad, mi idea era un poco más radical. - la palabra incomodó a muchos de los asistentes. - Se tarta de proponer un analizador de discursos a prueba de pelotudos. Un amigo mío lo inventó.

Ahora, el murmullo era de incredulidad mezcla con sorna.

-Ajá. Y cómo funciona?

-Es como un escáner. Se mete las hojas con el discurso, la máquina lo procesa en unos minutos y después imprime el discurso, libre de cosas incomprensibles y otras frases sin sentido. La idea es lograr mejor llegada a la gente en los comicios, etc.

Silencio. Casi casi, de aceptación.

-Ok, entonces. probemos eso.

Días después, justo antes de los primeros comicios, se redactaron los discursos y se los sometieron a la máquina.

Las hojas salían en blanco. Inmaculadas. Los redactores jamás pudieron escribir una palabra. El Candidato había enmudecido.