Apodos. La causa lo requería así (por seguridad).
Los cuatro llevaban una vida ejemplar, cada uno en su área; pero no en una forma que los hicieran destacar demasiado.
Finalmente, la reunión fue necesaria. Yo estaba nervioso. Los demás me conocían como "Trotsky" (fue lo primero que se me ocurrió).
Me abrió la puerta "Saruman". La sorpresa fue mutua, obvia y prolongada. Finalmente estrechamos nuestras manos. Tardé un rato en acostumbrarme a mirarlo a los ojos, talvez por sus escasos metro cuarenta de estatura. El siguiente en llegar fue "Piñón Fijo" o "pfijo" como firmaba sus correos. Por último "Madre Superiora", haciendo gala de la única sonrisa en la habitación, se sentó a mi lado. No, no era una mujer.
Desplegaron planos sobre la mesa. Yo les mostré una presentación de Powerpoint en mi notebook. Discutimos las directivas acaloradamente. Aceitamos detalles. La causa finalmente se haría visible.
Nos congratulamos en silencio. Un timbre corto anunció que la promoción de 3 pizzas surtidas finalmente había llegado.
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