30 oct 2008

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Los meti de a uno en una gran bolsa. Ceremoniosamente al principio, con urgencia culpable al final. La bolsa pesaba, amenasaba reventar. Abajo, en la vereda, el sol incendiaba al vuelo las pilosas semillas de los plátanos y un viento del río enfriaba mis ojos húmedos. Deje la bolsa contra el poste del semáforo, y cruzando la calle vi que un pibe, de los que llaman cartonero, apuraba el paso. Me di vuelta y volví a mi edificio. Urgido por que la puerta del hall encerrara mis sollozos desarticulados. "El pibe ya estara abriendo la bolsa", pensé a pasos del ascensor. Ahogando un chillido volvi sobre mis pasos, a tiempo para suplicarle con voz quebrada: "A ver flaco, para! La zipera, la zipera no... Me equivoqué... esto no..." Ya en el ascensor, ya no solo, la abracé y le dije: Perdon, Perdon!. No se que pensaba!.

1 comentario:

carlos di nápoli dijo...

algún día, la vieja unidad iomega zip alcanzará el status de, no sé, el geloso, por ejemplo...