10 mar 2005

MIRÁ COMO TE ROMPO EL ARO

Titular de escasísimo vuelo, para un ensayúsculo menor sobre el reciente cine de terror (me estoy refiriendo al género) desde yanquilandia y alrededores.

Se podría trazar una línea divisioria (arbitraria, viene al caso como veremos luego) dentro de la acotadísima producción del cine inscribible dentro del poco imaginativo género de terror. La más obvia sería A) con ingredientes fantásticos; B) "realistas". Y sigo desarrollando: b1) de psicópatas-asesinos seriales; b2) de "terror sicológico"...; bn) x (donde "n" es un número finito, generalmente de una cifra y "x" es una descripción resultande de las combinaciones posibles entre b1 y b2)

Pero mis dardos apuntan a la categoría A, la que hecha mano de mitologías, supersticiones, imaginería religiosa, ocultismo, en fin, una sarta de pelotudeces que desde el principio de los tiempos sirvió para acobardar a las gentes simples.

En mi improvisado bosquejo de categorización, tenemos por ejemplo, que a1) incluye temática religiosa (pongamosle exorcismo, anticristos, etc.); a2) incluye cultos ancestrales (o sea, sectas, brujas, demonios de remotas latitudes)... en a"y") (no es arbitrara la elección de la incógnita "y") tendríamos a las historias que hechan mano de cuentos de almas de ultratumba.
Estos relatos se catalogan, a su vez, en ay1) cuando los fiambres atormentan a los vivos pero para culminar determinado "asunto pendiente" en vida, casi siempre impartiendo justicia con la "helada mano del más allá" (sexto-sentido y su hermana gemela, ecos mortales; y me abstengo de elevar juicios); ay2) cuando los fiambres son malos "de onda". Y acá, arbitrariamente, nos detenemos.
A ver. No se sabe bien porqué, hay una tendencia en los guiones a "explicar" los acontecimientos que se suceden ante nuestros ojos. Talvez, por alguna noción pongámosle determinista, o causalista-inductista, donde cualquier pelotudez justifica lo injustificable, amparados bajo el endeble paraguas de lo "sobrenatural". Entonces, los guionistas nos someten a los momentos más olvidables de las películas, y uno, que sólo quería ver despanzurramientos y otras evisceraciones, se pega el embole de su vida viendo protagonistas dilucidar lo inimaginable, elaborar teorías explicativas propias de las tribus mnoideas (que me disculpen, pero alguien tenía que hablar de su bajísimo grado de organización neuronal), y gastar su (7 dias) y nuestro (90 min.) precioso tiempo, intentando "entender que pasa". Mientras, el director continua intentando "justificar el presupuesto", llegando al metraje mínimo necesario para ingresar en el circuito comercial.

Viejo, si a mi me llegan a decir que me quedan 7 días de vida, lo último que me interesa es investigar ese puto videocassete. Y acá viene todo el nudo gordiano de esta discusión: ¡Una investigación al pedo! porque, seamos sinceros: ¿sirvió para algo?
Si hubieran filmado todo lo que se me ocurre que podría hacer en esos 7 días entre el anuncio y mi muerte, posta que sería una peli requeterrecontramil más divertida!!!!! (eso sí, mucho más
gore)

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